
Comencé a tomarme en serio el póker hace dos años, cuando tenía 20. Hice mi primer depósito por internet con mi tarjeta de debito a una cuenta de Pacific Póker, uno de los cientos de software para jugar online. Las dos primeras semanas ya había ganado como 400 dólares y después en dos días perdí todo. De ahí comencé a jugar en Fulltilt y Pokerstars, los dos software más populares de póker, en los dos me fue bien pero al final me quede jugando en Pokerstars donde hasta la fecha tengo más de 8,000 dólares ganados. El año pasado no gane mucho pero aprendí bastante y encontré mi juego que no es el póker común que la mayoría conoce y se ve en la tele. Yo solo me dedico a jugar Omaha Hi Low, que es una variedad de póker poco conocida en la cual me va muy bien.
Pero el póker no es solo ganar dinero, es mucho más que eso. Además que no todos ganan sino todos se dedicarían a jugar. Para mí el póker significa más que un juego de cartas y se ha convertido en una parte importante de mi vida. Es como si fuera una persona con la que he compartido varias experiencias. He llorado porque he perdido feo, como también he gritado cuando he ganado torneos. A veces despertaba a mi hermana en la madrugada y le decía: “Fabi gane 500 dólares” y me respondía con sueño: “Que bien, ya duérmete”. He renegado hasta el punto de pegarle a la pared de desesperación y romper cosas también. Un día puedes amar el juego y el siguiente odiarlo, pero así es el póker.
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